El gobierno de los Estados Unidos espía sistemáticamente las conversaciones telefónicas de dirigentes de sus países amigos.
Los
espiados y sus gobiernos se extrañan y protestan por esa intromisión en su
intimidad por parte de un gobierno aliado y amigo.
¿Es
hipocresía o ignorancia lo que despierta sus protestas?
Mejor sería lo primero que lo segundo porque, en los gobernantes, es mejor la picardía del hipócrita que la torpeza del ignorante.
Todos los diplomáticos acreditados ante gobiernos extranjeros son espías a los que los se trata con cortesía y sonrisas.
Mejor sería lo primero que lo segundo porque, en los gobernantes, es mejor la picardía del hipócrita que la torpeza del ignorante.
Todos los diplomáticos acreditados ante gobiernos extranjeros son espías a los que los se trata con cortesía y sonrisas.
Como
las informaciones que interesan a los espías son sobre todo las que no son
públicas, los espías tolerados que son los diplomáticos suelen contratar agentes locales
para que los tengan al tanto de lo que ocultan sus gobiernos.
No
hay que extrañarse de que espíen a gobiernos de países aliados y amigos con
tanto o mayor interés que a los de naciones enemigas.
Los
gobiernos de países enemigos ya se sabe que lo son, pero la vigilancia a
gobiernos de países aliados es aconsejable para asegurarse de
que no cambien alianzas y se conviertan en adversarios.
Un
gobierno sensato y precavido debe vigilar más al gobierno que se declara amigo
que al que se proclama enemigo.
En definitiva, que las protestas de los aliados de los Estados Unidos de que los espían es, ante todo, pura envidia porque los norteamericanos tienen más medios y son más eficaces que ellos para estar prevenidos de un siempre posible cambio de alianzas.
En definitiva, que las protestas de los aliados de los Estados Unidos de que los espían es, ante todo, pura envidia porque los norteamericanos tienen más medios y son más eficaces que ellos para estar prevenidos de un siempre posible cambio de alianzas.
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