Entre las anécdotas ilustrativas de lo que es realmente la
política exterior norteamericana destaca
la que se atribuye al secretario de Estados de Eisenhower John Foster Dulles,
hernaano de Allen, fundador de la CIA.
El secretario asistía en silencio a una acalorada discusión
entre sus asesores sobre la conveniencia de derrocar al tirano, asesino y
ladrón presidente de Nicaragua, Anastasio “Tachito” Somoza.
--“Maybe”—cortó la discusión—“he,s a sonofabitch, but Tachito is
our sonofabitch” (“Bueno, puede que sea un hijoputa, pero Tachito es nuestro
hijo de puta”
Sucesivos errores norteamericanos en la identificación del
hijoputa que más le convenía han provocado o agravado la amenaza que para todo
el mundo supone el terrorismo fanático musulmán.
En todos los casos, las equivocaciones las pudo originar la
afortunada desgracia de los norteamericanos de no haber padecido nunca la
humillación de la dictadura y creer por eso que todas las dictaduras son
iguales.
Si hubieran sufrido dictaduras de todo tipo sabrían que la laica
es menos fanática y menos sólida que la religiosa, por lo que entre dos males
es preferible el primero.
Se deshicieron del Sha de Persia, incondicional hijo de puta de
Estados Unidos, para poner en su lugar la dictadura religiosa de los
ayatollahs,
Como eran de la facción shiita del Islam, inyectaron abundante
dinero en las madrasas para que formaran propagadores de su peculiaridad
religiosa, adversa a la sunnita. Apoyaron también la interpretación más radical
de Islam, que conduce a la guerra santa y el terrorismo.
La escisión se originó porque los que después fueron conocidos
por chiitas sostenian que debía suceder a Mahoma alguien de su linaje o
parentesco y proclamaron califa a su yerno Alí.
Los sunnitas sostenían que ser de la tribu de Mahoma, persona
instruida y observar fielmente las enseñanzas del Profeta era mérito
suficiente.
Arabia Saudita, el país musulmán más rico, cuna de la facción
sunnita del Islam, vió una amenaza en el proselitismo iraní, contrarrestó la
ofensiva chiita financiando escuelas religiosas (madrasas) sunnitas e y como
consecuencia de esa rivalidad tan pródigamente financiada, se acentuó el
conflicto interreligioso musulmán.
La mayoría chiita (60%) de la población de Irak la contenía
Sadam Hussein, un dictador laico que forzó la convivencia con los sunitas (30%)
y kurdos (10 %) hasta que los Estados Unidos lo depusieron, juzgaron y
ejecutaron al ganar la guerra que
iniciaron para encontrar armas que Sadam Hussein no tenía.
A pesar de la intervención norteamericana en Irak y del
fusilamiento de Hussein, la inestabilidad en el país se mantiene, lo mismo que
los enfrentamientos sangrientos entre activistas armados de radicales sunitas,
chiitas y kurdos.
En Afganistán, el
congresista por Texas Charlie Wilson, sin ninguna visión de la división
geoestratégica ni de política exterior, aprovecho su puesto en el comité de
asignaciones de la cámara para transferir un
río de fondos a la CIA
para ayudar a los mujahidines afganos a derrotar al ejército soviético, que
había invadido el país a petición del gobierno de Afganistán.
La retirada del ejército ruso derrotado aceleró el
derrumbamiento del régimen comunista en la Union Soviética,
puso fin a la guerra fría y todos los países europeos, además de Rusia,
modelados por el comunismo, pudieron tener gobiernos electos.
Los mujahidines tan bien entrenados por los Estados Unidos
llevaron a cabo el atentado aéreo contra las Torres Gemelas de Maniatan y han
intensificado la guerra santa en todo el mundo.
Errores norteamericanos por no tener en cuenta que hasta la más
sólida dictadura laica es más perecedera que la del fanatismo religioso
musulmán, que condena a la división de poderes (no hay más poder que el de
Dios).
La observancia del Islam es incompatible con la democracia
porque rechaza la división de poderes en que se basa la democracia: el poder
del pueblo lo administran el gobierno, el parlamento y los tribunales.
Lo que más escandaliza a un musulmán es la, para ellos, herética
recomendación de Cristo de “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es
de Dios” porque dar a otro parte del todo
que pertenece a Dios es robarle.
Si el gobierno norteamericano hubiera seguido la doctrina de
John Foster Dulles sobre Tachito Somoza, y hubiera apoyado al menos malo contra
el malo peor, se hubieran evitado, al menos en parte, esos conflictos.
Los reveses de Irán, Irak, Afganistán y Egipto, entre otros, no
habrían ocurrido.
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