En lo que importa a
los españoles excluidos de la nómina de 145.000 empleados de los partidos políticos, (que supera a la
que suman la de los cinco principales bancos), la conferencia política del Psoe
ha prometido que, si llega al gobierno, eximirá del pago del impuesto sobre la
renta a los mileuristas.
Consolida con ello
el Partido Socialista Obrero Español su mensaje ideológico: mejor refugiarse en
la confortable madriguera de la mediocridad que arriesgarse en la osada
búsqueda de la excelencia.
Quieren asegurarse
así mayoría de votos de los que se conformen con seguir como están, aunque
arriesguen el apoyo de quienes se atrevan a intentar mejorar.
La inevitable
consecuencia será una España mediocre habitada por españoles mediocres, todos
manejados con subsidios, el soma esclavizante que Orwell describía en su “1984”,
un mundo idiotizado por el Gran Hermano con la advertencia “The big brother is
watching you”, el gran hermano te vigila).
Porque lo que
socialistas, comunistas y el resto de los partidos españoles proponen con mayor
o menor descaro según el ideario socialdemócrata que todos profesan, es una
sociedad sin alma, adormecida con la droga de los subsidios.
Tan
drogodependiente de los subsidios es la sociedad de España que no se le
puede privar radicalmente de su consumo.
Habría que desengancharla poco a poco, como a los adictos a la heroína, con un
equivalente a la metadona.
Bastaría
subvencionar el trabajo y no el paro, y siempre con un subsidio concedido a
través de la exención de impuestos, y nunca más, como hasta ahora, con
subsidios en efectivo.
Acabaría así, o al
menos se limitaría radicalmente, el hipócrita rechazo a la corrupción,provocada
porque el dinero de las subvenciones “se pierde” entre las innumerables manos
por las que pasa hasta llegar al subsidiado.
Y el que no genere
riqueza producida por su trabajo se quedaría sin subvenciones hasta que
trabaje.
Algo tan fácil
como eso se le ocurre hasta a un cateto aldeano como el que suscribe y que se
malicia que, si no se les ha ocurrido ya a las eminencias que nos gobiernan, es porque no les ha
convenido que se les ocurra.
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