Hay torcidas interpretaciones doctrinales inspiradas por el maligno para que los justos pierdan el
miedo a pecar y se convenzan de que el castigo que sufrirían al morir en pecado
no es tan terrible como los tradicionalmente descritos del infierno.
Una de las
argucias más astutas de Satanás inspira la idea de que el infierno no es el
eterno sufrimiento físico a los
pecadores: arder eternamente, sin esperanza de que en ningún momento se modere
el ardor de las llamas.
El infierno, representado por unos diablos
siniestros que pinchan con tridentes a los pecadores para que el fuego siempre
activo queme sus carnes por toda la eternidad es solo una imagen figurada y
no el castigo real que sufrirían los pecadores, si es que existiera el pecado, según los
siervos del demonio.
Argumentan
que sería imposible alentar permanentemente un fuego en la NADA, en la que no
podrán encontrarse maderas ni otros combustibles.
Quedaría así
reducido el infierno a una simple incomodidad: estar privado de la presencia de
Dios.
Sostienen
otros que, ante la imposibilidad de un crematorio real en una situación sin
oxígeno que avive el fuego, el infierno es el remordimiento que el hombre lleva
mientras viva en su interior por sus malas acciones.
Pero el
infierno existe, aunque no
necesariamente como una candela en la que se quemen eternamente los condenados.
La
representación gráfica del infierno se
debe a la imaginación de los propagadores iniciales del cristianismo, nacidos
en lugares secos y de temperaturas tórridas.
Es evidente
que, para un nórdico o un esquimal, ser condenado a vivir eternamente en un ambiente
caluroso es un premio más que un castigo y, por el contrario, para un
mediterráneo sería premio vivir eternamente en un ambiente helado y un castigo
tener que soportar siempre el calor de las llamas.
Se ha definido
el infierno como coincidencia de todos los males y ausencia de todos los bienes.
Pero, para
que un lugar sea realmente infernal para mediterráneos y esquimales debería
sufrir condiciones climáticas para ambos.
¿Se dan esas
terribles condiciones de frío glacial y
calor tórrido en algún lugar de la tierra?
Sí.
Antes del
nacimiento del cristianismo, la mitología griega situaba el infierno en la
laguna Estigia, situada entre Ecíja (Aestigis) y Osuna.
En esa
región, como hoy mismo ha ocurrido y pasa cada año puntualmente, del invierno, (nfierno
de esquimales y nórdicos) se pasa al verano, (infierno de los habitantes de la
cuenca mediterránea).
El infierno,
pues, está situado en una circunferencia de alrededor de 200 kilómetros
cuadrados cuyo epicentro se sitúa en
Écija. Pregunten, si lo dudan, a los que viven en esa zona.
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