“You dont need
a weatherman to know in what way the
wind blow” (no necesitas un meteorólogo para saber en qué dirección sopla el
viento)- Bob Dylan.
En los tiempos casi olvidados de mi lejana
juventud, los Weathermen (meteorólogos), uno de los primeros grupos radicales de
izquierda y precursor en muchos sentidos
del “Podemos” de Pablo Iglesias, se pusieron ese nombre inspirándose en Dylan.
Meteorólogos
movidos por su propio provecho son, en realidad, todos los políticos quienes,
para conseguir votos, se orientan ideológicamente viento en popa.
Pablo Iglesias
demostró en las parlamentarias europeas que es un buen meteorólogo político y
un certero oportunista que acertó al ofrecer a los electores lo que muchos de
ellos quisieran, sea o no posible conseguirlo.
Solo precisaba
Iglesias, y lo ha hecho con su programa político, unir a la sagacidad
del vaticinio la audacia de colocarse a favor de donde el viento sopla.
Los síntomas para
que el meteorólogo político acertara en su oferta de soluciones a los
perjudicados por la crisis aconsejaban aumentar derechos y reducir esfuerzos.
Pablo Iglesias tenía
claro, y obró en consecuencia, que la mayor parte de los votantes quiere que el
Estado les garantice más y mejores servicios, sin la exigencia equivalente de su mayor esfuerzo. Más igualdad y menos corresponsabilidad.
Como
consecuencia, los que más se esfuerzan y preparan tienen el mismo derecho a
decidir que los que se preparan y esfuerzan menos y, por consiguiente, cada vez
son más los que sobreviven gracias a los que se esfuercen y tengan más.
¿Para qué
esforzarse,si el fruto del esfuerzo adicional propio beneficiará al que se haya
esforzado menos?
La jubilación a
los 59 años de edad que propone Podemos es
una medida que, como beneficiaría a todos los que ahora se jubilan más tarde agrada
a la mayoría, sin que se pregunten de dónde saldrán los recursos para sufragar
el gasto adicional del incremento de las clases pasivas y la reducción de las
clases activas.
¿Qué es eso de
prohibir bases militares en países extranjeros y con el empleo de qué clase de
fuerza militar se impondría? Más sencillo sería forzar al aire a soplar hacia
donde deba y no hacia donde quiera.
Si la
administración pública de los servicios se ha demostrado mucho más cara e
ineficaz que su gestión privada, ¿para qué empeorar lo que ya está mal?
Que el programa
de Podemos defendido por Pablo Iglesias es una utopía imposible lo sabe el
propio político, a cuya astucia interesada se debe un programa de revolución
política basado en lo que la mayoría de los electores quiere oir, sin tener en
cuenta su posibilidad de llevarlo a cabo.
Si el resultado
de las elecciones al Parlamento Europeo de la agrupación “Podemos” no es nube
de verano y se consolida, Pablo Iglesias podría ser uno más de los caudillos que,
salido de la clase explotadora, encabeza la revolución de los explotados. Como
Lenin, como Castro, como Mao.
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