jueves, 23 de octubre de 2014

UNA SODOMA DE LADRONES



¿Encontraría Dios en la España actual un político honesto al que, como a Lot en Sodoma, mereciera la pena salvar de la destrucción general?
Al paso que la justicia hace que aumente el número de pujoles, bárcenas, ratos, blesas, griñanes, chaves y otras especies rapaces se confirma el convencimiento de que lo mejor sería exterminar todos los cargos públicos a los que se acceda por elección.
Muerto el sistema se acabó la corrupción lo mismo que, muerto el perro, se acaba la rabia.
Nada es casual: la martingala que montaron a la muerte de Franco los que querían heredar sus privilegios sin haber ganado una guerra tenía el propósito de vivir del cuento haciendo creer a los parasitados que les hacen el favor de parasitarlos.
Han sido (y los que quedan),tiempos de tunantes contra inocentes que de tan ingenuos no quieren convencerse de que los están engañando y de que los que viven a su costa no pueden dejar de hacerlo.
Si los honestos ciudadanos parasitados por huéspedes indeseables se decidieran a exterminarlos,experimentarían el beneficio de no tener que compartir su vigor y su esfuerzo.
Es de ilusos pretender un mundo sin individuos que vivan del cuento a costa de los demás o de organismos libres de parásitos que minen su vigor pero sería prudente la fumigación periódica para librar al organismo de piojos y a la sociedad de políticos
Si es conveniente, habría que hacerlo sin miedo, aunque los parásitos y los políticos fumigados se sientan víctimas de prácticas crueles y fascistas.

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