miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Y ADEMÁS QUIEREN QUE NO ROBEN?

¿Para qué llamar masa de harina fermentada y después horneada al pan? Por lo mismo que a la relación entre los que mandan y los que obedecen llaman política. Ganas de enmascarar la verdad para hacerla más tolerable.
En realidad, es la diferencia del grado de indolencia entre los que obedecen y los que mandan lo que determina la actitud de ambos grupos.
Es mucho más cómodo obedecer porque, haciendo lo que otro diga que hay que hacer, el error siempre será del que manda, no del que ha obedecido.
Por eso el que obedece nunca asume responsabilidad por lo que no ha decidido, sino que se limitó a hacer lo que otro decidió que hiciera.
El que obedece sufre las consecuencias del error del que manda, pero le queda el consuelo de culparlo de la decisión equivocada y sentirse absuelto de las consecuencias que sufrió por culpa del otro.
En definitiva, descargar en otros la responsabilidad de los daños sufridos por las decisiones de alguien en el que hemos delegado la función de adoptarlas es más cómodo que adoptarlas personalmente y admitir la culpa de haberlo hecho.
Eso de participar en la elección de los que otros señalan para gobernar, que no es más que es una de las herramientas para hacer realidad esa fantasía utópica que es la democracia, no es en realidad más que designar al chivo que expíe los culpas de los errores de quienes lo votaron.
Bastante hacen con esa desagradable función. ¿Y además pretenden que acierten en lo que decidan, que sean simpáticos y que no roben?

Mucho arroz es ese para un pollo o, como se decía antes del Pelargón, teta y sopa no caben en la boca.

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