No siempre ha gozado uno de la condición de aldeano
cateto, que permite una vida tan placentera
y relajante como si acabara su segunda pipa de opio.
En los tiempos
desasosegados y bulliciosos en los que uno hacía méritos para conseguir éstos
privilegios de la vejez, resida en Manhattan, corazón de la moderna Babilonia,
desenfrenada y pagana.
Como el Lot de
aquella lasciva Gomorra, el ahora feliz aldeano ´fue testigo del origen del
tsunasmi de desenfreno lujurioso que ha arrasado a la siempre púdica sociedad
cristiana.
El
desencadenante del maremoto fue un reajuste en las capas tectónicas de la dinámica
sociedad norteamericana: un grupo de intelectuales lúbricas incitó a las demás
de su género a quitarse el sostén.
Nació así el
movimiento bra-less que convirtió una práctica para perpetuar la especie en un hábito entretenido para que dos
personas desconocidas se conozcan mejor.
En aquellos
tiempos tumultuosos del mayor y más rápido cambio de costumbres de la historia
de la humanidad, se estrenó una película, “Malditos perdedores”.
En ella, se
pronunciaba una frase: “Si la violación es inevitable, relájate y disfrútala”.
El consejo de
esa película puede aplicarse para recobrar la calma ciudadana, tras la encuesta
del Centro de Investigaciones Sociológicas de que “Podemos” puede ganar las próximas elecciones
generales.
Y es que, como
el desenfreno que desencadenaron los hippies en los 60s puede que se pasara de rosca
al acabar con la hipócrita pudibundez anterior, el desastre posible de “Podemos”
acabará con el desastre comprobado actual.
Para mejor o para peor. Dios dirá.
¿Es peor el mal
posible que el mal ya comprobado?
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