sábado, 8 de noviembre de 2014

EL RECURSO DEL HUERFANO




Un amigo gallego de cuyo nombre no me acuerdo aunque haya pedido prestada la memoria de un par de compañeros suyos y míos, contaba una historia que refleja la relación entre Cataluña y el resto de España.
En los meses de verbena, un paisano pedía bailar a una señorita y, de repente, pasaba del galanteo festivo y la más negra tristeza.
Intrigada por el cambio de carácter, la señorita le preguntaba la razón y, después de insistir un tiempo razonable, el paisano accedía a revelarle su secreto.
En esencia, su cambio de talante se debía a su orfandad. Criado sin padre ni madre que le dieran cariño, se había hecho insociable, antipático, y le negaban su cariño todos los que lo conocían.
Movida a compasión, la señorita lo animaba a tener esperanza en que algún día encontraría el cariño que le faltaba.
El pícaro, en ese momento, iniciaba su ataque final : “Señorita””. le suplicaba—“déjeme que le eche un palito, que soy huérfano”.
“Era el que más ligaba”, se decía admirado mi amigo que, para mí, era el protagonista del cuento.
Como la falta de cariño de Cataluña, incomprendida por el gobierno y por todas las regiones o autonomías de España, siempre agraviada,  triste en su orfandad.
La Cataluña que, como el paisano de las ferias gallegas, también ahora  echará el palito por el que ha montado el tinglado del agravio y la falta de cariño.

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