Según la encuesta
del periódico El Mundo, las intenciones de voto de los españoles se inclinan
por Podemos, PP y PSOE, por ese orden.
Si el resultado de las elecciones ratificara
el pronóstico, poco cambiaría la actual inclinación ideológica de la política
porque los españoles seguirían gobernados por la izquierda, como durante toda
la historia de España.
La gradación
izquierdista del pronóstico de El Mundo sólo acusa una novedad: el radicalismo
izquierdista de Podemos se impondría al moderado del PSOE y al camuflado del
PP.
Y es que la orientación
ideológica de un partido político la determina el concepto que tiene de su
relación con el Estado y su preferencia, en la administración estatal, por los
principios opuestos de libertad e igualdad.
Partido ideológicamente
de izquierda es el que se propone transformar el Estado, desde el gobierno,
para que la sociedad sea un calco del partido.
Los partidos
ideológicamente de izquierdas dan preferencia a la igualdad sobre la libertad,
para lograr una sociedad de iguales, sin clases sociales de intereses diferentes,
y en pugna por prevalecer una sobre las otras.
Como
consecuencia, en todos los experimentos conocidos, el resultado de los
regímenes de izquierda ha sido una división de la sociedad en burócratas del
partido y el resto.
El partido de
izquierdas aspira a lograr una sociedad estática, férreamente burocratizada, al
frenar el dinamismo que genera el reacomodo constante de las clases sociales.
El partido de
ideología de derechas propone ser neutral al gobernar y dejar a la sociedad que
evolucione hacia los modos, modas, creencias e iniciativas que surjan
espontáneamente y se niega a orientar las tendencias desde el gobierno.
La derecha deja
a la iniciativa individual la solución de las demandas de bienes y servicios
que surjan de la sociedad.
En términos
prácticos, la izquierda determina los servicios que la sociedad demanda y, para
satisfacerlos y anticiparlos, reclama de los contribuyentes, en proporciones
crecientes, los tributos que una burocracia ilimitada requiere para
administrarlos.
Los partidos de
izquierdas consideran permanentemente inmadura a la sociedad por lo que se
sienten obligados a regular horarios, programas
escolares, cuantía de los salarios, horario de apertura y cierre de
negocios, relaciones paterno-filiales, sexuales, de salud, circulación,
residencia, y hasta cadencia de respiración idóneo para cada individuo.
Un partido de
ideología derechista propone que el Estado solo intervenga, como mediador, a instancia de las partes
enfrentadas en un conflicto después de que hayan llegado a la conclusión de que
no pueden alcanzar un acuerdo directo.
Partidos de
derechas de esas características nunca han existido en España ni, quizás,
puedan existir todavía.
¿La razón? Que
un programa que tenga la libertad como fundamento requiere una sociedad de
individuos maduros, conscientes de que todo derecho genera una responsabilidad,
y capaces de sobrevivir como adultos libres de la tutela paterna, por sí
mismos.
Un pueblo
maduro, de adultos autosuficientes, como las personas capaces de formar su
propia familia sin tutela paterna, preferirá un gobierno de derechas.
El pueblo que,
como el individuo incapaz de tomar sus propias decisiones y asumir sus propias
responsabilidades, al que le es imprescindible la protección del Estado, necesitará un régimen de
izquierdas.
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