Alguien, como
el tripulante del Apolo XIII Jack Swigert
avisó a Houston, debería informar a Mariano Rajoy, que parece enterarse
con retraso de lo que debería ser el primero en saber, que tiene un problema.
Y ya puestos,
debería ser tan osado como para atreverse a aclararle que no tiene pendiente de
solución solamente el problema de sustituir a Ana Mato sino otros muchos, entre
ellos el de la práctica desaparición de su partido en Andalucía.
Antes de que
el impasible Rajoy pierda el ademán impasible que lo distingue, el informante
debería tranquilizarlo: con una decisión, resuelva los dos problemas.
El presidente
del gobierno, que es hombre de reflexión más que de acción, seguramente
ponderará si su consejero tiene intenciones perversas y, cuando antes de que
termine la legislatura llegue a la conclusión de que, por lo menos debería
pedirle aclaración a la solución única para los dos problemas, el consejero le
dirá , si todavía se acuerda.
--Nombra
Ministro de Sanidad al barcelonés Juan Manuel Moreno Bonilla que, antes de que
lo mandaras a acabar con el PP en Andalucía, era el segundo de Ana Mato en
sanidad.
Después de
rumiar durante un semestre la propuesta, Rajoy preguntaría angustiado:
--¿Y a quién
mando a Andalucía?
--Pues a
Javier Arenas y así, en vez de dos problemas por una decisión resolverías tres:
tener ministro de sanidad, alguien que haga algo por el PP en Andalucía y que
Javier Arenas deje de ser tu sombra y haga algo de provecho.
Mariano Rajoy,
hombre cauto, reflexivo y prudente está sopesando las posibles trampas de la
propuesta de su consejero y no descarta tomar una decisión antes del próximo
otoño.
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