Creía uno en su
inmadura ingenuidad que el régimen político español es la democracia y que la
democracia consiste en que los ciudadanos que han de ser gobernados son los que
deciden quien o quienes han de gobernarlos.
Pues no es
así: o en España no hay democracia o la democracia no tiene nada que ver con el
procedimiento que debe seguir el que quiera mandar para poder mandar.
La cosa, ante
las próximas elecciones regionales, debería haber sido así:
1.-Cada
partido debería haber consultado a sus militantes regionales para saber cual de
ellos tendría más apoyo en unas elecciones para presidir la comunidad autónoma.
2.-En la
reunión que el fin de semana celebró la comisión nacional del Partido Popular, cada
secretario regional habría comunicado a la dirección nacional el nombre del
militante con más apoyos para encabezar la lista a las elecciones autonómicas.
3.-La comisión
nacional electoral del Partido Popular, habría dado el visto a los candidatos
propuestos por las direcciones regionales, conforme a los militantes regionales
consultados.
Pues no ha
sido así:
Excepto el
candidato a Andalucía y el de Extremadura, a los que el jefe de los jefes del
partido (Il capo di tutti capi), dio su visto bueno, todos los demás tendrán
que seguir mordiéndose las uñas hasta que Mariano Rajoy comunique su acertada
decisión.
--Oiga, pero
eso no es democracia. Eso es una satrapía, una dictadura, un califato. Así era
como se nombraba al tetrarca de Judea o al emir de Tombuctú.
--Pues eso es
lo que hay. Y el que no esté de acuerdo, que no se queje a Rajoy porque saldrá
perdiendo.
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