Los españoles,
cuando nos da la vena de empecinarnos en que somos lo último que se despacha en
pueblo, nos comparamos con los alemanes.
Si aquí nadie
le da un palo al agua, en Alemania tienen que obligar a la gente para que deje
de trabajar. Si aquí tiramos basura a las calles, las calles de Alemania están
tan limpias que se podría comer en sus aceras un huevo frito con patatas.
Si los
alemanes se proponen hacer un imperio (reich) que dure mil años y a los doce no
quedan de ese imperio más que escombros, en España todos los gobiernos demuestran
su insolvencia en cuanto los ministros juran sus cargos.
Ahora, los
españoles se han empeñado en encontrar a quien culpar de sus desdichas para que
reemplace a Partido Popular y Partido Socialista como responsables de la
incapacidad personal de cada uno para resolver sus propios problemas.
Tan es así que
de Podemos, la pandilla que reemplazará a socialistas y populares, nadie de los
que quieren que gobierne se fía ni un pelo pero, para culparlos de la
incapacidad general, cualquier cabeza de turco sirve para darle sablazos.
La programada artimaña
de tener ya en reserva un responsable ajeno de las culpas propias, antes de
descartar al que hasta ahora ha venido cumpliendo esas funciones, demuestra
otra falsedad: que los españoles improvisan y no planifican.
Saben ya que,
mientras se siga haciendo almanaques para saber el día, la semana y el año en
que estamos, todo lo malo que le ocurra a cada uno será culpa de otro y todo lo
bueno que le pase será por mérito o suerte propia.
Y, si eso es
así, ¿para qué quieren los de Podemos el gobierno?
Para, con
conocimiento del sacrificio de gobernar, acusar de insensatos y revolucionarios
a los que quieran echarlos para ponerse ellos.
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