Este sistema
de que gobierne el que más apoyo de la población tenga fue el primero de una
cadena de errores que ha desembocado en esto que llaman democracia.
Hubo que
inventara los partidos políticos, para agrupar a los electores que compartan
los mismos intereses socio-económicos y que reemplacen a los ideales
patrióticos o religiosos anteriores.
Cada partido
competía para, desde el poder, favorecer a la clase social que representaba, en
perjuicio de la clase representada por los partidos rivales.
Consecuencia
lógica fue la tendencia clientelar de los partidos para, al favorecer desde el
gobierno a los de su clase, impedir que la clase social opuesta los desplazara
del gobierno.
El Partido
Socialista Obrero Español, es el único en España que ha podido influir desde el
gobierno para favorecer a la clase trabajadora , en detrimento de empresarios,
burguesía y aristocracia del dinero.
Y lo ha hecho,
como la juez Alaya señala, al crear desde la Junta de Andalucía “una red de
clientelismos político”.
No solamente
sabe el PSOE aprovechar, y particularmente en Andalucía, los mecanismos para
que gobierne el partido que más votos obtenga, sino que siempre habrá más
descontentos que satisfechos de los que obtener respaldo.
Hay dos únicas
posibilidades de que el PSOE pierda su hegemonía nacional y andaluza:
A) que los
demás partidos fomenten el clientelismo con la misma eficacia con que el PSOE
lo hace.
B) que el
sistema de control político de los jueces se resquebraje y permita la floración
de más jueces tan independientes como la Juez Alaya.
Mientras
tanto, seguirán gobernando los partidos que, como el PSOE, tengan una clientela
dispuesta a adquirir lo que los socialistas les garantizan.
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