Si alguien
duda de la inteligencia y honestidad de Mariano Rajoy, que eche la vista atrás
y recuerde que, antes de que se metiera en el barrizal de la política, su ocupación
era nada menos que registrador de la propiedad.
Ese oficio
requiere que el propietario confíe ciegamente en la habilidad y honradez de alguien al que, por registrar lo que no es
suyo, no se quede con parte de lo que encuentre y dilucide si lo encontrado al registrar
es del que dice que es su dueño o es de otros.
Pero aquél Mariano
Rajoy, sin que nadie sepa por qué, fue degenerando paulatinamente hasta llegar
a la política,ue también consiste en registrar los haberes y y pertenencias de
los clientes pero para quedarse con todo lo que de ellas le apetezca.
El Rajoy
político al que ha involucionado el registrador de la propiedad anda ahora por Andalucía intentando un imposible: que los
andaluces, una raza de gente lista y singular que prefiere ir tirando a vivir
mejor,si lo segundo lo fuerza a trabajar más que lo primero, cambien ir tirando
para vivir mejor.
Como es
natural, los andaluces saben lo que quieren mejor que los que no son andaluces
y Rajoy, que es gallego, no es andaluz.
Por eso, al ex
registrador de la propiedad se le ha ocurrido una ocurrencia que obligaría a los andaluces a cambiar su sabio
estilo de plácida vida por otro sospechosamente incómodo: crear un millón
adicional de puestos de trabajo para que puedan vivir en adelante no como
andaluces, sino como los desgraciados forasteros.
Y es que un
millón más de ocupaciones laborales, si son para andaluces y no para inmigrantes venidos de tierras de costumbres ajenas
a las andaluzas, empeora la vida tradicional de ir tirando sin tener que
someterse al rigor de trabajar.
Por eso es más
torpe el político Rajoy que el Rajoy registrador de la propiedad que, si hubiera
seguido siendo listo, habría prometido a los andaluces, a cambio de que votaran
a su partido, lo que los socialistas les garantizan para que no dejen de votarlos.
El político
Rajoy debería haberles prometido multiplicar las subvenciones que los socialistas garantizan a los andaluces, incrementar
los enchufes en organismos del estado, hacer la vista más gorda que los
socialistas a los trapicheos, multiplicar los dias de fiesta, premiar con más
ventajas a los que los voten que a los que voten a otros.
En definitiva,
que si Rajoy quería que los andaluces votaran a los de su partido, no tendría que
haberles prometido nada más que la seguridad de que seguirán tirando más andaluces
que los que lo hacen con un gobierno socialista.
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