Es menester
ver lo raros que son los cristianos que, arrastrados por la políticamente
interesada contrarreforma que amenazaba la unidad del imperio europeo de los
Austrias, se opusieron a la reforma de Lutero.
El primer Austria español, Carlos I, apadrinó la oposición al luteroprotestantismo y el segundo austria español, Felipe II, la manruvo e impulsó. Todos los sucesores de su misma estirpe centraron su accion político- militar en la defensa del Imperio de los Austrias con el dinero y los recursos de España.
Como
consecuencia, la manifestación multitudinaria del fervor católico en España es
la semana santa, que representa la muerte de un hombre y no la Pascua de Resurrección,
que celebra y recuerda que el hombre crucificado era Dios.
Aunque desde
antes de concilio de Trento (1545-1653) ya hubo esporádicas manifestaciones de
laicos con raices masónicas, que utilizaron imágenes relativas a la pasión de
Cristo para reivindicaciones socio-gremiales, las procesiones que evolucionaron
a los espectáculos religiosos de ahora comenzaron durante el Concilio de Trento
y se popularizaron desde entonces.
El Concilio de
Trento oficializó la Contrarreforma, el impulso oficial religioso-político a
las medidas destinadas a frenar la Reforma de Lucero.
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