En un futuro no demasiado lejano habrá un
selecto grupo de antropólogos de la universidad de Tocaflautas de Perales, la más
prestigiosa de universo, incluidas las de otros sistemas galácticos, que se
desplazará a Palma del Río para comprobar el origen del peculiar modo de
comunicarse entre los nativos.
El objetivo es
comprobar o rechazar la teoría de que los medios de comunicación informático-digitales
crearon el problema.
Eso, al menos,
es lo que sostiene el estudioso local Farándulo
el del Peón Caminero, que debe su apellido a la profesión que ejercía un remoto
antepasado que se dedicaba a bachear caminos.
Está convencido
de que todo empezó cuando, a finales del siglo XX, los habitantes del pueblo
comenzaron a utilizar maquinitas electrónicas de video-juegos, teléfonos
interactivos digitales o sistemas de telecompra que al principio daban
respuestas en inglés y después en castellano.
Pero, como ni
el inglés ni el castellano de las máquinas, (programadas para comunicarse en la
más cerrada versión vallisoletana de la lengua), la entendían los nativos,
creció la demanda de traductoras digitales que adaptaran el hispanolatinoamericano
a la única lengua que entienden, el palmeño.
Si esa teoría
del estudioso nativo se confirmara, temen los antropólogos de Tocaflautas que el
problema tiene dos soluciones, a cual más radical:
1.- Confiscar
los traductores y establecer estrictos controles con casetas de fielato para
impedir que entren otros nuevos.
2.-Subvencionar
la compra de traductores como los que usan los palmeños al resto de los
ciudadanos del mundo para que, así, no haya núcleos aislados sin capacidad de
intercomunicarse entre sí.
En todo caso, y
sea cual sea la solución que recomienden, habrá que someterla a referéndum universal
para que entre en vigor.
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