Un locutor
andaluz, tan de fiar que empeña su palabra como garantía de que la pobre Marisa
puede fiarse de lo que promete el anuncio de una clínica sacamuelas, la
tranquiliza con un contundente: “Tranquila, Marisa”.
Como la
humanidad europea anda estos días cariacontecida con lo de Grecia, emulo al
locutor para exhortar: “Tranquila, Europa”.
Si no he
entendido mal, el busilis griego consiste en que un socio del eurogrupo no
puede ser expulsado por los demás, pero puede abandonarlo voluntariamente.
Primer paso:
que todos los socios de Grecia decidan y anuncien abandonar el euro.
Segundo: que,
simultáneamente, concierten y acuerden entre ellos la constitución de un grupo
igual, pero con distinto nombre.
Tercero: que
el acuerdo entre todos los países, menos Grecia, entre en vigor un segundo
después de que hayan abandonado el eurogrupo, que solo tendría en adelante a
Grecia como socio único.
Siempre habrá
hombres buenos y sagaces que, como servidor, salven a la humanidad de los
embrollos en que se meten por su imprudencia.
Y no hace
falta que nos lo agradezcan, ni que nos erijan estatuas para que los perros se
meen en el pedestal y los quintos y las niñeras se arrullen apasionadamente a
su cobijo.
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