Que
dejen de repicar las campanas y se apague la mecha de encender cohetes.
Ese
taciturno Mariano Rajoy, mejor capacitado para presidir una funeraria que un
gobierno, se lo ha dicho a mi Agencia EFE:
"Ahora, de lo que se trata es de que todo
el mundo cumpla sus compromisos. Nosotros los vamos a cumplir y esperamos que
también el Parlamento griego lo haga”.
Como
apóstata de la agencia de prensa, cuya esencia es la prohibición de mezclar información
y opinión, voy a hacer lo que durante tantos años procuré que ni yo mismo ni
los redactores a mi cargo hicieran: juntar los chivos con las cabras, hibridar lo
que pasa con lo que a mí me parece que pasa.
Hechos:
-Los
griegos han conseguido un nuevo pastizal de los europeos antes de pagar ni un
real de los inagotables caudales que todavía deben.
-Se
les dará esa nueva burrada de euros porque han jurado que esta vez, en contra
de las anteriores, los devolverán y cumplirán las condiciones de los prestamistas.
--Los
políticos europeos, que han prometido darle a los griegos ese dinero que no es
de ellos, sino del que sus conciudadanos les han encargado administrar, están
satisfechos porque el paripé no les costará votos en las siguientes elecciones.
Conclusión:
el melodramático intríngulis de la negociación con Grecia ha terminado bien
para todos los que en ella han intervenido.
Los
ciudadanos no griegos de la Union Europea han sido espectadores sobrecogidos de
la farsa.
Al
fin y al cabo, sólo serán los que paguen el pato, el pacto con Dios que, según
los judíos, garantizaba su supervivencia como pueblo.
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