La mejor
manera de estrenar tablero es escribir sobre algo tan viejo como España que de tan antigua podría pasar por
eterna, si no incomodara a los españoles de izquierdas para los que solo es una
argucia de los de derechas para esclavizar al pueblo.
Hay organizaciones
internacionales que reconocen a España como a uno de sus miembros porque paga
como socio único la cuota total que corresponde a todos los países a los que
robó su identidad diferencial.
La historia
reciente ha demostrado que situaciones idénticas han evolucionado para que cada
pueblo disfrute de su aspiración legítima a ser lo que quieren ser y dejar de
ser lo que otros se empeñaron en que fueran.
¿Por qué si
los croatas y los serbios dejaron de ser yugoslavos para que los consideraran
croatas y serbios, no pueden los andaluces dejar de ser españoles para ser
andaluces?
Y ¿por qué
tienen que ser obligatoriamente andaluces los jienenses o cordobeses, si son
las dos únicas de las ocho provincias de Andalucía que no tienen salida al mar?
Los genéricamente
conocidos por españoles, habitantes de un territorio diverso y desigual, son
consecuencia indeseada de su permanente sometimiento a los intereses de la
derecha, que los ha gobernado siempre, si se exceptúan los seis años y pico de
la primera y segunda repúblicas.
Tiempo era ya
de que a los que viven en los diferentes
paisajes de España sea la influencia telúrica y no ideológica la que determine
sus vidas y costumbres.
Cuando los
cordobeses dejemos de ser andaluces, españoles y europeos para ser lo que somos,
a partir de noviembre y hasta febrero se pagará a todos los ciudadanos la
estancia en las Canarias o el Caribes y, de Mayo a Septiembre, en las amables
praderasy en los agrestes montes asturianos.
Y, desde esas
distancias, añoraremos las heladas estepas y los calcinados cortijos de nuestra
idealizada Córdoba.
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