Por si alguien tenía
dudas, el cachondeo que los españoles catalanes y los extracatalanes se traen
con lo de la independencia de Cataluña confirma que eso de que gobierne el que
más votos tenga es una gaita.
Porque si la
mayoría de la gente cree que un gato blanco es negro, no por eso va a cambiar de
color el gato.
Cambiemos el color
del gato por otra disyuntiva: la de qué hay que hacer para vivir mejor:
A) Que todo
ciudadano tenga derecho, por el hecho de serlo, a una vivienda digna, con agua corriente,
calefacción y aire acondicionado, a una renta que le permita pagarse sus necesidades
secundarias, a obtener las calificaciones que lo acrediten como doctor en
ingeniería telúrica, a vacaciones en Niza, a cirugía estética para ser como
quiera ser y no como es, y a clases de zumba
para que sea un experto bailarín de boogui-boogui.
B) Que todo
ciudadano tenga derecho a disfrutar de la casa que construya, compre o alquile con
su dinero en un mercado libre, que la dote de las amenidades que quiera,
pagando su compra o instalación según los precios de un mercado libre, que
tenga derecho a entrar en cines, teatros, toros o fútbol y disfrutar del espectáculo
desde la localidad que haya pagado, que obtenga los certificados académicos que
le correspondan según las pruebas de aptitud que su esfuerzo y sus
conocimientos acrediten y que, si no está conforme con el físico que Dios le haya
dado, que se disfrace para salir a la calle o que no salga de su casa.
No hace falta
ser más listo que Briján para pronosticar que, si esas dos opciones se sometieran
a votación popular y democrática, la primera
alternativa barrería y la segunda fracasaría.
Pues eso, para
que nos entendamos, es en lo que han convertido los políticos la democracia: de
la inocente utopía han fabricado un tentador engañabobos.
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