miércoles, 30 de septiembre de 2015

IR AL CIELO



¿Qué delito que, sin que sea demasiado trabajoso cometerlo y lo suficientemente grave como para que la justicia se vea obligada a actuar,  podría emprender un indolente para garantizarse la salvación del alma?
El objetivo es sufrir persecución por la justicia “porque de ellos será el Reino de los Cielos”, como promete una de las bienaventuranzas.
Mucha competencia hay últimamente para conseguir plaza. El último aspirante conocido es Arturo Mas, un ciudadano catalán  de alma cándida al que han citado los jueces porque no están de acuerdo en que estaba bien algo que hizo con unas cajas por cuya ranura echaba papeletas la gente.
Ir al cielo después de muerto va a estar tan de moda, por lo menos, como ir  a despelotarse a una isla o acudir a un programa de televisión para contar lo malos que son los que te acusan de no ser bueno.
El cielo va a ser como ahora es la televisión: si haces suficientes méritos como para que te metan en la cárcel, o por lo menos para que te acusen de sobornar, trincar, falsificar o robar, hasta podrías echar un cigarro con los que en vida sirvieron de ejemplo.
No podrás dar un paso en el cielo sin toparte con un Mas, un Rato, un Bárcenas, un Chaves o un Griñán.
¿Y qué es el cielo para un ciudadano anónimo? Poderse codear en plano de igualdad con un famoso.

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