En éstos tiempos,
en los que el pragmatismo interesado ha vacunado al hombre contra la romántica
tentación del sueño, uno envidia a los que los emociona la quimera de la
Patria.
La Patria empieza
siendo la tierra idealizada que habitaron los padres, para convertirla en el
medio de vida de los patriotas, que usufructúan la administración interesada de
un concepto altruista.
El patriota
profesional suele oir la aflicción de la Patria antes de que los patriotas comunes
perciban el llanto.
No tienen más sensibilidad
los profesionales del patriotismo. Simplemente, tienen activada permanentemente
la escucha, para ser los primeros que detecten el sonido del llanto.
Esa
predisposición a escuchar es selectiva en el patriota profesional: oye las
quejas pero no las risas, lo alarman los peligros pero no los tranquiliza la bonanza.
Por eso, el patriota
profesional abunda en condiciones ambientales turbulentas y escasea en momentos
apacibles.
Se distingue
de los demás especimenes de la raza humana en que el hábitat idóneo para el patriota
profesional es el que resulta más perjudicial para el ciudadano común.
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