Hasta que
descubrió que hay que vivir lo mejor posible los años de vida previos a la
muerte, el hombre se refugiaba en la esperanza de que las penalidades pasajeras
eran el peaje para alcanzar la felicidad permanente, la vida eterna.
Eran la vida y
sus contratiempos una inversión a plazo medio, que se rentabilizaba en
felicidad en cuanto la muerte le abriera las puertas de la eternidad.
A partir de
ese ansiado momento, disfrutaría de la presencia de Dios, de las caricias de
las más suculentas huríes o de la ausencia nirvánica de deseos.
Pero hay unos
seres humanos que no aspiran a ese cielo, a ese paraíso, a ese heaven abstracto
y lejano.
Son esa gente
rara los españoles contemporáneos, para los que el cielo, el paraíso, el
nirvana, the heaven es, ni más ni menos, que librarse de la fastidiosa tortura
de escuchar la monótona discusión sobre la independencia de Cataluña.
¿Vale la pena
vivir para estar permanentemente escuchando cómo los que no quieren que
Cataluña sea independiente intenten convencer a los que quieren que lo sea, de
que están equivocados?
¿Y de la
displicencia compasiva con que los que quieren la independencia replican a los
que no la quieren?
Parece que
unos y otros se jugaran las vidas terrenal y eterna en la controversia.
Aunque
consiguieran que Cataluña siguiera formando parte de España, ¿merece la pena
que lo consigan a costa de tanta súplica, de tanto regateo, de tanta
displicencia despectiva de los independentistas?
Y los
independentistas, ¿por qué no se dejan del cansino amagar y no dar y, de una
vez por todas no pasan de las amenazas a los hechos y se van con Dios?
Para los dos
adversarios, unionistas e independentistas se acabará la pugna.
Y los
neutrales, a los que ni nos viene, podremos volver a centrar la atención en lo
que Virgilio recomendaba en su égloga cuarta: “Cantemos a cosas más elevadas”,
Podremos, así,
volver a hablar del tiempo, del fútbol,(de los toros no porque está mal visto)
y hasta de la metempsicosis, a ver si nos ponemos de acuerdo de una vez por
todas en si el alma de los muertos transmigra o no a los vivos.
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