Cuando un
misterio lo sigue siendo por mucho que el curioso se empeñe en desentrañarlo, no
hay más que esperar.
Si se hace tendido
debajo de un manzano y tienes la suerte de sufrir un manzanazo en la nariz,
llegas a la conclusión de que, si los objetos pesados caen y no suben, es por culpa
de la ley de la gravedad.
Pues eso es lo
que ha pasado con ese rompecabezas que desde hace 35 años tiene desconcertado
al mundo: la endémica inestabilidad sociopolítica en esa región de límites
ambiguos y en eterna convulsión que se conoce
por Oriente Medio.
La cosa empezó,
si es que alguna vez empezó, cuando a los americanos se les ocurrió que un sátrapa
benévolo civil como el Sha era peor que un dictador fanático como el ayatollah
Jomeini.
Orgullosos del
resultado de su audacia, los americanos quisieron repetir la experiencia en Irak,
Egipto, Libia, Túnez, emiratos árabes y en todas partes donde un líder
autoritario civil pudiera ser reemplazado por un fanático sanguinario religioso.
El éxito de
esa iniciativa ha sido arrollador, pero no completo. En Siria sigue mandando desde
que murió en accidente su hermano mayor, Bassir Al-Hafaz, hijo oculista del sátrapa de formación militar Hafez, que era un
pájaro de cuenta pero inofensivo para todos menos para con sus compatriotas.
Al oculista de
Siria lo tienen los Estados Unidos entre ceja y ceja porque se resiste a ser desplazado
por fanáticos religiosos que decapitan en ejecuciones televisadas a todo el que
se niega a rezar mirando a La Meca .
Siguiendo el
viejo precepto de que “el mejor aliado es el enemigo de mi enemigo” , a los
norteamericanos les interesa más una alianza táctica con los decapitadores religiosos
del califato islámico que frenarlos para que se consolide el oculista.
Como, para
colmo, el partido baasista fundado por el padre del actual presidente mantiene
lazos con el gobierno de la Rusia actual, continuador estratégico de la vieja Unión
Soviética, la cosa está clara:
Para los
Estados Unidos, la prioridad sigue siendo debilitar a la Rusia-Unión Soviética
privándola de sus alianzas y, si el sirio Basir Al-Hafaz sigue apoyado por Rusia,
el aliado natural de los Estados Unidos en Siria es el Califato Islámico o como
se llame, y los decapitadores de enemigos del presidente sirio, defienden los intereses
americanos.
Y los europeos
que acojan a los fugitivos del conflicto entre Estados Unidos y el dictador sirio.
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