viernes, 16 de octubre de 2015

IRENE SE FUE AL PSOE



Un suponer: un trabajador de la Peugeot se cambia a la Citroen porque gana más, le queda más cerca de su casa o porque le da la gana.
¿Se extraña alguien? ¿Lo critica alguien?
Entonces, ¿por qué se extrañan y  los periódicos publican como algo insólito,  que Irene Lozano se cambie de UPyD al PSOE?
Seguramente porque todavía no se han dado cuenta de que un profesional de la política es un trabajador por cuenta ajena que trabaja donde le paguen más,  lo traten mejor, esté más a gusto o se sienta más realizado, que es la imbecilidad de moda para justificar que uno deje de ser lo que es para ser una cosa diferente.
¿Engaña Irene Lozano a los clientes de UPyD, a los PSOE, o a los que creían que la política es una profesión abnegada en la que hay que hundirse con la empresa, y no abandonarla  por otra que te ofrezca mejores garantías laborales?
Ese halo de desprendimiento y sacrificio en el que los ingenuos habían equiparado al político con una especie de sacerdote que aguanta, sufre, y soporta insatisfacciones como inconvenientes  más que compensados por  la fidelidad a su vocación ya no se da ni entre los curas.
Cuanto menos entre los que se dedican a la política porque es un medio de vida más brillante, más satisfactorio y menos sacrificado que la albañilería.
Y ¿no ha tenido en cuenta Irene a la Patria, el Bien General, el servicio a sus  conciudadanos?
Pues no. Eso sólo mueve los catalanes que prefieren ser cabeza de ratón a cola de león.

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