Como buen rojo
que es, el socialista Pedro Sánchez ha presentado su proyecto económico, que
amenaza aplicar en caso de que presida el próximo gobierno.
Fundamentalmente
consiste en detraer fondos de la economía productiva para dedicarlos a la economía
burocratizada.
Su objetivo es
el habitual de los rojos: cambiar una sociedad de empresas y ciudadanos libres
por otra en la que el estado y su burocracia impidan que el distinto esfuerzo,
talento, audacia y suerte de cada uno provoque desigualdades sociales.
La fórmula de
Sanchez es la de todos los rojos que lo antecedieron en el gobierno de cualquier
país, desde la corrupta Unión Soviética a las tiránicas Albania y Corea del Norte:
como todo es del gobierno del Partido del Estado, la supervivencia del ciudadano
depende del grado de fidelidad al Partido-Gobierno-Estado.
Lo que se
produzca será lo que el Partido-Gobierno-Estado decida, no lo que la antigua
sociedad libre en una economía libre demande.
Recién
inaugurada esta cosa que a los españoles nos han dicho que es la democracia, uno
tuvo ocasión de comprobar “in situ” cómo se vivía en bastantes de los países
todavía rojos.
En la forzosa
comparación, era inevitable llegar a la conclusión de que el franquismo no había
sido la tiranía que sus adversarios decían que había sido, ni el socialismo
igualitario el paraíso que quienes lo desconocían decían que era.
Cuando formen
gobierno, si lo hacen, Pedro Sanchez, Iglesias y otros del mismo pelaje, nos
vamos enterar de lo que vale un peine y, ya demasiado tarde, lamentaremos el día
que lo compramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario