Si uno, por
patriotismo, hiciera más la vista gorda con los rojos españoles que con los rojos
extranjeros, ratificaría su incondicional amor a la Patria.
Pero eso no sería
patriotismo porque exigir a un compatriota lo mismo que se requiere de un
extranjero sería desconocer que la Patria propia es mejor que la patria de los demás.
La Patria, como el
amor conyugal, requiere exclusividad y, en consecuencia, menospreciar a todas y
a todos los ajenos a la pareja.
Por eso, el
internacionalismo proletario, que cimenta la ideología roja, es necesariamente
antipatriótico y el patriotismo es la seña de identidad de los no rojos.
Esos infelices a
los que descarría la rojez de sus convicciones contradictorias incumplen ese
principio antinatural conocido por igualdad, que menosprecia el hecho cierto de
que cada ser humano es irrepetible.
Uno de los más
conspicuos de nuestros rojos, el inventor de Podemos Pablo Iglesias, recriminó el
otro día al Ciudadano Albert Rivera que lo apoyaran Alfonso Rojo, Isabel San
Sebastián y Arrcadi Espada.
Blasfemia contra
el dogma de fé del igualitarismo rojo. ¿es que esos tres periodistas son menos iguales
que los que inciensan ritualmente a Iglesias?
Es menester ver…
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