Ya saben que el que
hace un cesto hace un ciento, que en todas partes cuecen habas y que comer y
rascar todo es empezar.
O, lo que es lo mismo:
que lo que pasa en una parte del todo, pasa en el todo. Demostrado queda, pues,
con esas simplezas, que lo que ocurre en una parte de Andalucía, como es mi Palma
del Río, pasa en toda Andalucía y, probablemente, en España entera.
¿Y qué pasa en
Palma del Río? Pues que el partido popular local condiciona el apoyo a los presupuestos
municipales del partido socialista—que gobierna desde esto de la democracia—a
que cobre sueldo municipal como liberado un segundo recomendado popular.
Con eso, la nominal oposición del PP al PSOE
sería amistosa colaboración.
Es poco más lo que
los populares representan en la política local porque a los del partido popular les conviene
seguir eternamente en la oposición.
¿Qué por qué?
Porque los populares alcaldables son profesionales liberales, empresarios,
agricultores (gente que de su oficio obtienen su beneficio), y los socialistas son
funcionarios del partido o que al partido deben el enchufe administrativo que
les garantiza la tranquilidad de espíritu.
Y todos contentos,
en cuanto el alcalde socialista saque del apuro al partido popular y garantice
una chamba innecesaria al recomendado de la oposición.
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