De modo que había
una vez un caballero que le encargó a su criada (o responsable contratada para
la planificación y ejecución de menesteres domésticos) que fuera a la tienda y
le comprara una guidilla picante.
El relato lo
pone Jacinto Miquelarena en boca de su compañesro y contertulio Pedro Mourlane
Michelena, que remató la anécdota con la frase
«Ya ve, Miquelarena. ¡Una guindilla que pique, Miquelarena, una
guindilla que pique! ¡Qué país, Miquelarena!
Los peregrinos
caprichos de los españoles han evolucionado para seguir siendo los mismos. Y
siempre definidos literariamente: los de
la antigua preguerra por Miquelarena y los actuales por el título de la novela
de Graham Green “El que pierde gana”.
Anoche, mientrs
aguardaba a que los élitros del escarabajo del sueño me hicieran dormir, oí en
la SER (ese ministerio de propaganda socialista) que una fogosa María Esperanza Sanchez, se alzaba contra
Mariano Rajoy por negarse a reconocer que había perdido las elecciones.
Tal era la
contumacia de su arenga que ésta mañana me abalancé sobre Internet para que me aclarara si la
equivocada era ella o yo.
Debemos ser
Internet y yo los engañados porque la SER, el PSOE y Encarna Sánchez nunca se
equivocan.
¡Ay torpes de
toda torpeza, maliciosos muñidores de la mentira, cavernícolas sociales e
idiomáticos!
¿Cuándo
aprenderemos? ¿Tanto nos cuesta reconocer que el que nada hace bien no hace
nada a izquierdas? El que no hace nada a derechas, evidenteente, es porque todo
lo que haga lo hace bien, lo hace a izquierdas.
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