Ésta España
que empezó siendo una utopía cuando a algún soñador se le ocurrió que un
conjunto de partes dispares podría fundirse en un todo homogéneo, tiene ahora la
oportunidad de hacer realidad el sueño.
La fórmula mágica
tiene la simplicidad de lo aparentemente imposible pero realmente obvio: que todos
los descontentos ganen y ninguno de los satisfechos pierda.
Pongamos como ejemplos
dos de los más llamativos desasosiegos que amenazan a la fantasía conocida por
España:
1.-Los que
quieren mandar porque dicen que siempre han obedecido.
2.-.Los que
quieren que dejen de contar como españoles porque dicen que los españoles nunca
han contado con ellos.
Los primeros,
para simplificar, hagamoslos identificar con Podemos y otros grupos afines, partidarios
de una radical revolución social para que los pobres sean ricos y los ricos
pobres.
Que manden a
partir de ahora los que hasta ahora han obedecido parea que los cxplotados se
conviertan en explotadores y los ahora revolucionarios evolucionen a conservadores
para los futuros revolucionarios.
Que los
separatistas catalanes bauticen como Catalaña
al nuevo país y los independentistas vascos se refieran a la nueva nación
como Vascaña.
Y, una vez
organizado el nuevo Estado, ¿de qué comerán sus ciudadanos?
1.- De lo que
produzcan los emigrantes en los seis meses siguientes a su llegada, momento en
que pasarán a disfrutar del derecho a no trabajar de los catalañoles, vascañoles
y demás españoles.
2.- De lo que
se gasten los turistas extranjeros que, como los viajeros románticos del siglo
19, vendrán en masa para asombrarse de los nuevos bandoleros, toreros y cármenes
de los vascañoles, catalañoles, murciañoles manchegañoles o gallegañoles.
Aquí los apuñalaremos
cuidadosamente a ellos y violaremos apasionadamente a ellas. Seguro que todos los
extranjeros que vengan una vez, repiten.
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