“Si Versalles
pudiera hablar” es una película francesa de 1954, que se basa en la insólita
posibilidad de lo que podría saberse de
lo que pasó en las alcobas y salones de un palacio, si el palacio pudiera
hablar.
¿Y si pudiera
hablar el perejil? ¿Estaría contento de su existencia, que solo tiene sentido
porque sirve tanto para salsas de platos de carne como de pescado?
Como ni
Versalles ni el perejil hablarán nunca—no porque no quieran, sino porque la
naturaleza no hizo a los palacios y al perejil para que hablaran--, a lo mejor
puede resolver la duda Albert Rivera, perejil tanto para la salsa socialista
como para la popular.
Rivera tiene
pinta de bueno: es adecuado para completar el equipo de once niños, al que le
falte tanto un portero como un delantero centro.
Al contrario que
el travieso Pablo Iglesias, que quiere meter todos los goles y parar todos los
tiros a puerta simultáneamente, Rivera vale tanto para desviar sin querer
disparos que parecían gol seguro en su portería, como para que rebote en su pierna
y acabe siendo gol el balón en la portería contraria que iba fuera de puerta.
¿Es consciente
Albert Rivera de que su función en la política española es la del perejil en
todas las salsas?
¿Está satisfecho
de esa función? El tiempo lo dirá en cuanto acepte, si acepta, respaldar con
sus votos y completar con su presencia el gobierno del socialista Pedro
Sánchez.
Al fin y al
cabo, tan importante es para un equipo de fútbol el entrenador como el utillero. O eso dicen.
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