Dicen que los
cándidos contemporáneos del Marqués de Santa Cruz se hacían cruces por la
ocurrencia de eminente almirante al fijar su residencia a no menos de 400
kilómetros del mar, y se preguntaban: ¿por qué ha hecho su palacio en El
Viso?`
--“Porque pudo y
porque quiso”, respondían los pocos sensatos que en aquel tiempo todavía no
democrático justificaban que el marqués hiciera lo que hizo en las lindes de
Despeñaperros,
La misma
respuesta debe darse a la pregunta que hoy,
en plena ebullente democracia, se hacen los que no acaban de entender por qué
mostró su torso desnudo en una capilla católica la juncal Rita Maestre,
evangelista de esa religión pagana que predica la igualdad.
Pero, ¿y si en
vez de las erectas colinas del torso de Rita hubiera sido una vieja, pelleja y
desdentada la que se atreviera a descubrir los fláccidos órganos glandulosos
de su escurrido pecho?.
Habría sido
culpable del peor de los pecados, el que se perpetra contra la estética.
Voy a contradecir
con premeditación y alevosía la doctrina igualitaria que predica la traviesa y atractiva
Rita:
Ella, la
encueratriz de la capilla católica, no es igual que las viejas negras
desnutridas, que aparecen en los reportajes que los cámaras de televisión nos muestran
en los campamentos de los refugiados africanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario