Dice Julio Anguita, el cordobés
más conocido después del torero de Palma del Río Manuel Benítez el Cordobés,
que el pueblo casi siempre se equivoca.
Como cordobés legítimo Anguita es
sentencioso, lo que quiere decir que lo que piensa lo dice gastando la menor
cantidad posible de saliva para decirlo.
“Lo que no pué ser no pué ser, y
además es imposible” se atribuye a otro cordobés sentencioso, Rafael Gómez, “El
Gallo” aunque algún envidioso, seguramente
sevillano, se la endilgue al gabacho Talleyrand.
Julio Anguita, además de
sentencioso, se presume que es congruente porque aplica lo que opina a su
praxis política.
Por consiguiente, si cree que el
pueblo casi siempre se equivoca, casi siempre hará lo contrario de lo que el
pueblo quiera o diga.
Así que Anguita, si pudiera,
haría casi siempre lo contrario de lo que el pueblo pida o diga, como hicieron
Stalin, Lenin, Franco, Castro, Mao y otros antecesores que, al contrario que el rojo cordobñés, tuvieron oportunidad de llevar a la práctica desde el gobierno
lo que pensaban arropados en las enaguas de sus mesas camillas.
Como cordobés, uno no tiene más
remedio que solidarizarse con el cordobés (fue nada menos que alcalde de
Córdoba) Anguita, y pedir a los gobernantes actuales y futuros que, para bien
del pueblo gobernado, hagan sistemáticamente lo contrario de lo que el pueblo
diga y pida.
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