Anda
preocupada la gente—la gente somos todos—no porque no haya gobierno sino porque,
hasta que no lo haya—no tendrá (tendremos) a quien culpar de su (nuestra) incapacidad para resolver sus (nuestros)
propios problemas.
Y es que esa
es la genuina función del gobierno en todos los paises y, sobre todo, en ésta
España en proceso de fragmentación: si en vez de una hubiera 17 Españas, las
dificultades ahora generales se reducirían a una decimoséptima parte del total.
No dejarían
los todavía españoles de padecer los mismos contratiempos pero, en vez de
sentirse desgraciados por los problemas de todos, solo lo serían por los de la
decimoséptima parte en la que vivan.
El motivo de
insatisfacción de, por ejemplo los andaluces, solo afectaría a los que vivan en
Andalucía y los de las otras fracciones de la antigua España, que los resuelvan
y preocupen a los que los hayan creado y sus gobernantes empeoren al no
resolverlos.
Y es que los
gobiernos, constituidos por el método que se constituyan, (dictadura, democracia,
teocracia, por generación espontánea o por imposición asamblearia), solo
solucionan los problemas de los que los manejan, a costa de los gobernados.
¿Qué clase de
gobierno cabe esperar del elector que no es capaz de resolver por sí mismo su
propia y personal incapacidad, si además tiene que preocuparse de remediar los
problemas de los demás?
No hay comentarios:
Publicar un comentario