A éste Partido
Popular, que buen y pronto fin tenga, está a punto de pasarle lo que le pasó a
Cornelia, la segunda esposa de Julio César el de las Galias que, por lo que
cuentan, era guapa pero un poco tonta.
Se dice que un
apuesto donjuan se disfrazó de mujer para colarse en una fiesta apta solo para
hembras, con el propósito de ligarse a la mujer del César.
Los chismes lo
indujeron a divorciarse de su parienta después de proclamar, según Plutarco,
que “la mujer del César, además de ser honesta, debe parecer honesta”
Que se aplique
el cuento el Partido Popular porque, desde hace años, no hay día en que de alguno de sus dirigentes
no se diga que se ha llevado la honra, las bragas y los cuartos, cuya custodia
les había sido encomendada por los votantes.
¿Qué futuro
aguarda a un partido político con mala fama? El que pagó con el divorcio la
incauta y ligera de cascos mujer de Julio César.
Parece que a
los españoles los está calando tan hondo la bien adquirida mala fama del
Partido Popular que más les valdría divorciarse de él para no pasar por
consentidores.
Los españoles, si decidieran huir en bloque
del Partido Popular, no lo harían para alistarse en otro mejor, sino menos malo
porque todos los que mancharon sus dedos al meter mano en el poder sacaron los
dedos sucios.
Los de Podemos
son comensales precoces porque todavía no ha metido cuchara en el guiso
nacional y se han pringado ya en potajes extranjeros.
Visto lo
visto, y en previsión de lo que queda por ver y saber del Partido Popular, ¿qué
pueden hacer sus militantes y los que los votan?
Salir de
estampida y coger sitio en la cola de Ciudadanos, que ofrece un menú similar al
que están acostumbrados y que todavía no huele a podrido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario