Se cumplen once años de que unos
terroristas moros mataran en Madrid a 191 personas volando con dinamita los
trenes en que viajaban y, como cuando aún humeban los vagones, el error del
gobierno en la identificación de los autores del crimen sigue dando más que hablar
que el atentado y sus víctimas.
Y es que es inexplicable ahora y lo
era entonces por qué el gobierno de José
María Aznar le echó la culpa de la catástrofe a ETA, unos independentistas
vascos que, hasta entonces, nunca habían recurrudo a la violencia.
Los moros, sin embargo, ya se sabía
que la liarian a tiros en Paris, Nueva York, Londres, Siria y en cualquier otro
sitio en el que, como en Atocha, los dejaran matar a no moros o a moros que no
les gustaran.
Esas dudas tienen una explicación
maliciosa: que a los adversarios políticos españoles de Aznar les preocupaba más cómo librarse de su
gobierno y de su Partido Popular que los muertos en la tragedia.
Aznar y su ministro Acebes también
fueron culpables porque, tan obsesionados estaban en impedir crímenes de los más
frecuentes criminales de ETA, que dejaron de vigilar a criminales en potencia
como los moros hasta que las muertes de Atocha los forzaron a vigilarlos.
Por lo demás, España sigue igual,
como aquél gobierno del Partido Popular de Aznar, el actual de Rajoy sigue
siendo para los socialistas el principal y único enemigo de España y de los
españoles.
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