Detrás de todos
(o casi todos) los casos en que se denuncia la corrupción política es la
envidia la que motiva la protesta.
Se protesta no
porque un determinado partido político robe, sino porque el denunciante no
tiene oportunidad de hacerlo.
Por orden directo
de denuncias por corrupción, el partido popular, el socialista y convergencia
acaparan las denuncias.
Qué casualidad
que los tres han sido los que han tenido la oportunidad de meter la mano en las
arcas públicas para sacarlas manchadas de dinero sucio.
¡Qué mas
quisiera Izquierda Unida que completar el grupo porque, salvo en los
ayuntamientos en los que ha manejado el dinero de todos, no se ha podido
corromper en el gobierno de la nación o de alguna autonomía, que es donde está
la pasta gansa!
¿Y Podemos? Se
ha entrenado esforzadamente corrompiéndose con dinero venezolano e iraní y ya
puede pringarse, y se pringa, con los fondos que maneja en ayuntamientos y comunidades autónomas en las que ya ha metido
su zarpa.
Ciudadanos, esos
políticos con aspecto de recién duchados, todavía no han tenido oportunidad de corromperse
y, por ahora, solo son becarios que están aprendiendo de los que están ayudando
a robar.
Y es que eso de
quedarse con lo que no es de uno ni de nadie en particular porque es de todos
en general, es una especie de incesto, todo queda en la familia.
En la familia
política que es una familia peculiar, en la que hay padres, hijos y cuñados
pero no primos.
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