Cuando
uno ha maldormido nueve horas y al cuerpo le apetece seguir entre sábanas nueve
horas más es porque ha dormido mucho pero no ha dormido bien.
Una cena
tan parca como cada noche (fruta, tostada y café con lec he) cené anoche.Causa
descartada.
¿Algo de
lo que había visto, oido, sentido o pensado me maldurmió?
Echando
la vista atrás, descubrí que, si algo me había intrigado fué por qué se besaron
en los morros Iglesias y Domenech, para que se enteraran urbi et orbi (dativos respectivos de
urbs-orbis (ciudad) y de orbs-orbis,(esa pelota que flota en el universo conocida
por tierra).
Lo más
chocante fue no el beso que, aunque inusual entre varones de antes de la
guerra,en los de después de ella se está haciendo cada vez más sospechosamente
frecuente.
Como, al
menos por su aspecto externo, Domenech e Iglesias son varones, ¿por qué se
besaron en los morros,que está convenido
propio de sexos complementarios, el del atributo cóncavo destinado a refugio
del atributo convexo?
Tiene
que haber sido por esa intrigante escena por lo que, si dormí muchas horas, el
sueño de anoche no me alimentó como el de otras noches.
Por si
acaso, y si en la sesión parlamentaria de esta tarde se le ocurre a Iglesias
morrearse como en la primera de investidura con otro ciudadano de pelo en
pecho, ya estoy preparado.
Se bese,
se abrace o haga manitas con quien le apetezca, me propongo quedarme como el
Braulio: impertérrito.
A mí,
como no sea que se salga de la pantalla del televisor y me pille antes de salir
huyendo de mi sillón reclinable, ese tío no me besa.
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