Los partidos
políticos españoles niegan que son dictaduras sometidas al capricho de su
dictador particular, pero lo ocurrido en las sesiones de investidura los
han vuelto a desmentir.
¿Cómo se explica que ni uno solo de los 350 diputados
votaran distinto de lo que sus jefes les habían ordenado que votaran para
elegir presidente de Gobierno?
Son tan disciplinados estos diputados de la democracia
como los sumisos procuradores en Cortes, que obedientemente aprobaban lo que el
Caudillo les exigía que votaran.
(Porfirio Muñoz Ledo, ideólogo del presidente de
México Luis Echevarría, me dijo en una ocasión que una democracia había llegado
a la perfección cuando coincidían los votos de todos los votantes, cuando
desapareciera la oposición).
De entre los diputados de las dos sesiones para
encontrar presidente de Gobierno para España, los únicos díscolos respecto al
resto de sus colegas han sido los del Partido Popular que, unánimemente se pronunciaron en contra de lo que
votaron sus colegas de los demás partidos y,aunque parezca increíble, todos
apoyaron a Rajoy.
Todos, excepto los del Partido Popular, coincidieron
en que es indispensable en éstos
momentos de parálisis política, echar
a Mariano Rajoy, el jefe de los populares.
Los del Partido Popular por el contrario, del primero
al último de ellos, dieron su voto en contra de los demás, porque lo hicieron a
favor de lo que su jefe les había mandado que votaran.
No está la economía española para que 350 de sus más
preclaros ciudadanos, sus achichincles y turiferarios pierdan el tiempo que tan
caro nos cobran a los que les pagamos.
¿Por qué cada grupo no delegó en uno de sis
componentes para que votara por todos?
Los demás podrían haberse dedicado,por ejemplo,a cardar cebollinos.
Y de ese Rajoy, la segunda votación ha confirmado lo
que ya evidenció la primera: que es más malo que una riada, peor que una gripe
en verano.
A los que nuestra poquedad nos impide ser tan asesinos
como aquél terrible Muñoz que, cuando se hartaba de paella decía que había
comido cadáveres con arroz, nos gustaría ser tan malos como Rajoy.
Al fin y al cabo, con el mismo mérito que Manolete,
pasó a la historia Islero y, al robarle la vida a Robert Kennedy, Sirhan
Bishara Sirhan estará siempre unido a la memoria de su víctima.
Apuesto que el siniestro Rajoy trascenderá al
bondadoso Pedro Sánchez.
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