Lo que ocurrió en las dos sesiones de investidura
fracasadas ha evidenciado que lo que no es posible es imposible.
Pero, como no hay dos sin tres, quedan muchas otras
sesiones por delante y, en cualquiera de ellas, puede que Pedro Sánchez logre
el objetivo de su vida: ser presidente del gobierno de España sin renunciar a
su principio ético fundamental: hablar de Rajoy solo para insultarlo, pero sin
hablar jamás con Rajoy.
Será ese un final de película rosa para Sánchez porque
supondría el triunfo de su principio ético personal: ignorar que existe todo lo
que le moleste que exista.
Echemos a volar la imaginación que, como la
maledicencia, no deja de aletear una vez arrancado su vuelo:
Supongamos que los americanos son todavía peores que
los españoles porque eligen para presidente a Donald Trump, semanas después de
que Sanchez sea electo Presidente de España.
¿Cómo se le quedará el cuerpo a Sanchez? ¿Estará
dispuesto a hablar con Trump que, por lo que dicen los progresistas que le
pusieron la peana a Sánchez, es peor que Rajoy?
Si sus progresistas deciden que el norteamericano es
más malo que el español, ¿qué hará Sánchez?
Si el presidente de los Estados Unidos es peor que el que antecedió a Sanchez en la
presidencia del gobierno de España , ignorar que Trump existe no será sufciente..
Ojalá no solo le niegue la palabra a Trump, sino que
castigue a los americanos que lo desafiaron al elegirlo, y declare la guerra a
los Estados Unidos.
Sería el fin de los milenarios problemas españoles:
los Estados Unidos ganarían la guerra, incorporarían a España como Estasdo
quicuagésimo primero de la Unión y, de una vez por todas, los españoles
seriamos felices al dejar de ser españoles.
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