¿Qué diría un sutil
dirigente de Comisiones Obreras o de la UGT españolas si se enteraran de que
los sindicatos norteamericanos no saben si apoyar como siempre al candidato demócrata
a la presidencia de Estados Unidos, al terrible republicano Donald Trump o no
respaldar a ninguno?
Evidentemente, dirían que todos
los norteamericanos, republicanos o demócratas, son fascistas pese a que los
trabajadores de los Estados Unidos derrotaran al fascismo-comunismo alemán,
soviético o chinomaoista.
Pues las dudas de los
principales dirigentes sindicales norteamericanos respecto a apoyar a la demócrata
Hillary Clinton o al republicano Donald Trump es lo que relata hoy el periódico
de Washington “The Examiner”.
Hay que aclarar que los dirigentes sindicales
norteamericanos defienden los intereses de los obreros que les pagan cuotas
periódicas para que lo hagan, por lo que no se proclaman representantes de los
trabajadores en general, como pasa en España, sino exclusivamente de sus afiliados..
Los sindicatos
norteamericanos compiten entre ellos, mientras que los españoles colaboran para
presionar al gobierno y así mantener o
recuperar subvenciones y concesiones estatales, su principal fuente de
ingresos.
La actitud de
la dirigencia sindical española frente al gobierno al que le toque administrar
los recursos del estado es sumisa si les da lo que piden o beligerante si se
resiste a dárselo.
Coinciden los
sindicatos españoles con los norteamericanos en que ambos procuran contentar al
que les pague, sean los obreros o los gobiernos.
“Ha hecho todo
lo que ha podido para que se contrate a trabajadores sindicados”, dice de Trump
Richard Sabato, presidente del sindicato de construcción civil.
“Respaldamos a
Trump”—añadió—en su lucha contra la inmigración ilegal.
El de su
oposición a la inmigración de inmigrantes sin calificación laboral equiparable
a la de los trabajadores norteamericanos es determinante en el apoyo o la
neutralidad de muchos de los dirigentes
sindicales en la defensa de los intereses de los afiliados.
Una
consecuencia inmediata de la masiva entrada irregular de extranjeros en Estados
Unidos es la merma en los salarios de los obreros en situación legal.
Y es que los
trabajadores norteamericanos que residen legalmente en los Estados Unidos son
obreros privilegiados amenazados por los que trabajan “sin papeles”, que han
declarado una nueva lucha de clase, igual pero diferente a la que los
sindicatos rojos españoles propugnan: la de los que no tienen contra los que
tienen, la de obreros contra capitalistas, pobres contra ricos.
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