Igual que un
solo hombre murió para salvar a toda la humanidad, puede que la humanidad
entera deba sacrificarse para que sea feliz uno solo de sus individuos.
Al hombre que
murió todos lo conocemos y muchos lo reconocen como Dios.
El hombre por
el que todos (los españoles) deberíamos sacrificarnos es Pedro Sánchez al que,
si los españoles no le permiten que sea Presidente del Gobierno, le puede dar
un jamacuco.
¿Deberíamos
los españoles hacer feliz a Pedro Sánchez, aun a sabiendas de que nos hará
todavía más desgraciados?
Debemos y
podemos.
A) Porque, si
en vez de a Pedro Sánchez nombraran a otro presidente, los españoles serían tan
o más desgraciados que si el presidente fuera Sánchez.
B) Porque la
presidencia del gobierno es un sortilegio y. sobre el que recae esa
responsabilidad, arrastra el repudio de los españoles hasta mucho después de
dejar de serlo (ejemplos, Aznar, Zapatero y pronto puede que Rajoy).
C) Porque no
es malo el presidente de turno, sino la Presidencia del Gobierno y, por
extensión, el gobierno.
Porque,
¿Puede vivir
el ciudadano sin gobierno?
¿Puede haber
gobierno sin ciudadanos?
¿Es el
gobierno parásito de los ciudadanos o, como en España, somos los ciudadanos
parásitos del gobierno que sobrevivimos gracias a las subvenciones que el
gobierno succiona de los ciudadanos?
Mucho arroz
para un pollo son tantas preguntas superfluas. Lo que importa, de verdad, es la
heroica victoria del Real Madrid, de ese muchacho humilde que es Romualdo,
contra los habilidosos y feroces jugadores del Wolfsburgo.
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