“Los hispanos
tienen preparado el cuerpo para la abstinencia y la fatiga, y el ánimo para la
muerte: dura y austera sobriedad en todo. En tantos siglos de guerras con Roma
no han tenido ningún capitán sino Viriato, hombre de tal virtud y continencia
que, después de vencer los ejércitos consulares durante 10 años, nunca quiso en
su género de vida distinguirse de cualquier soldado raso. Los hispanos
prefieren la guerra al descanso y si no tienen enemigo exterior lo buscan en
casa.”
Pompeyo Trogo,
historiador galo-romanizado.
De donde hubo,
siempre queda y, por eso, una joven bella será una vieja bella y un español
belicoso seguirá siendo un español pendenciero aunque el intervalo entre esas
dos condiciones sea de veinte siglos.
¿O es que los
españoles de ahora no son como los que describíó el tal Trogo?
Como loe españoles
han renunciado a pelear con el enemigo exterior porque, desde hace veinte
siglos todos los extranjeros los han derrotado, conservan la tendencia a la
guerra, solo que entre ellos mismos mismos.
Gran acierto
porque los españoles hemos comprobado que en una guerra civil, por lo menos una
parte de los combatientes gana, aunque la otra pierda porque, que pierda la
mitad, es más soportable que si pierden
todos.
También el paso
del tiempo ha enseñado a los españoles que, si lo importante es acabar con el
enemigo compatriota, no necesariamente es imprescincible hacerlo a
garrotazos, una actividad fatigosa y no exenta de peligros, más para los que
pierden que para los que ganan, pero arriesgada para todos.
Por eso , llevan
cuarenta y pico años intentado acabar unos con otros en incesante guerra política, que permite los
mismos resultados que la lucha armada, aunque esté mejor vista porque la
política es una forma más de guerra, pero con métodos menos escandalosos.
Y, ¿seguimos los
españoles padeciendo la misma sobriedad que nos diagnosticó el historiador
Trogo?
Seguimos porque
solo aspiramos a vivir con lo que el Estado dé a los que no trabajen lo que les
quite a los insensatos que lo hagan.
Eso sí: todavía no
se ha logrado que los que vivan sin trabajar de lo que el Estado le quite a los
que trabajen vayan de vacaciones a los mismos sitios, tengan el mismo último
modelo de cachivache informático o se hagan poner multas de tráfico con coches
idénticos a los que, con sus impuestos, subvencionen sus coches de menos
cilindrada.
Pero, si la lucha
política sigue tan eficaz como hasta ahora, todo llegará.
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