Llevamos una temporada hablando y
oyendo hablar de la corrupcion, que es el efecto que sufre un cuerpo orgánico
que se esté descomponiendo.
Uno de los efectos de la descomposición
de un cuerpo orgánico es que huele, que apesta.
Como le pasa a la sociedad española
que, por mucho desodorante que usen los españoles, el ambiente tira de espaldas.
Tenemos claro que la corrupción dura
mientras la corrupción dure porque antes de comenzar y después de acabar ni
hubo ni habrá corrupción.
Lo que explica que desde que nació la sociedad
humana hasta que acabe, siempre habrá corrupción porque la corrupción durara lo
que dure la permanente evolución del cuerpo orgánico afectado.
¿Por qué, entonces, ahora nos asombra
la corrupción que antes no nos asombraba?
a) Porque, con tanto desodorante artificial,
los olores de los que el hombre ni se percataba en la apestosa edad media, nos horrorizan en esta edad informática.
b) Porque los sensores para detectar la
corrupción han cambiado tanto que ahora apesta que un empresario le pague una
centésima menos de lo que debería pagar a un obrero, mientras que antes
compraba y vendía a sus obreros-esclavos y hasta los penitenciaba a latigazos.
¿Y qué me dicen de las quejas por la corrupción
política, que tanto escandaliza a los ingenuos?
Hasta que los fanfarrones (1) franceses
llegaron a España, los paises y los pueblos eran propiedad de los reyes y algunos
españoles liaron la que liaron porque los vecinos invasores decían que los
paises son propiedad de sus pueblos.
¿Y nos quejamos porque algunos de los
reyes de ahora, que son los políticos, se apropien de una parte ínfima del
dinero que manejan?
Conclusión: los políticos-reyes de ahora
no son raros.
Los raros son-somos los españoles de
ahora.
(1) Les decían fanfarrones porque una
fanfarria precedía a sus tropas.)
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