Obvio es lo
indudable, indiscutible, evidente e irrebatible.
Por ejemplo: es
obvio que todos los partidos políticos españoles quieren gobernar pero ¿para
ayudar a los ciudadanos o para que los que mandan en los partidos sacien sus ansias de gobernar?
¿Es mejor, peor
o igual para los españoles que los gobierne un partido y no otro?
¿Será cierto,
como aseguran todos los que no están gobernando ahora que las desgracias de los
españoles desaparecerán en cuanto deje de gobernarlos el partido que ahora los
está gobernado?
¿Llevará razón
el partido que está gobernando al vaticinar que, en cuanto otros lo hagan en su lugar, los españoles
serán todavía más desgraciados que ahora?
Gobernar un
país consiste, fundamentalmente, en la capacidad de manejar y repartir los presupuestos
generales del Estado, los dineros que el gobierno detrae de los ciudadanos para
que, en vez de dedicarlos a lo que cada uno quiera, los gasten en lo que al
gobierno le dé la gana.
Casi todos los
partidos malviven ya de las sobras del presupesto nacional, distribuidas en los
presupuestos municipales o autonónomicos. Pero eso, para los partidos que solo
pueden meter mano en lo que les da el gobierno nacional, es pan para hoy y
hambre para mañana.
Lo que importa
es la capacidad de repartir entre los partidos que gobierrnen en ayuntamientos
y autonomías lo que sobre de los Presupuestos del Estado para que los
municipios y comunidades autónomas contenten a los votantes y sus políticos se
queden con lo que manche sus dedos.
Por eso, los
que manejan los presupuestos generales desde el gobierno central quieren
seguir haciendo y los que en los ayuntamientos que gobiernan gastan lo que al
gobierno central le sobra quieren ser ellos los que repartan y no los que
gasten.
Entonces, ¿no
es verdad que a los que mandan en los partidos lo que más les preocupe sea la
felicidad de los españoles, por lo que están dispuestos a privarse de lo que
les guste, si así hacen felices a sus compatriotas?
Pues no, no es
verdad.
Las verdad de
éste desbarajuste en el que desde hace 41 años estamos enfangados los españoles
es que, cuando se murió el que mandaba en toda España, su dictadura única la
repartieron entre tantos dictadores de partido como partidos haya.
Fraccionaron la
maldad para que, en lugar de solo una, haya muchas.
Esos dictadores
partidarios quieren mandar no solo en los de su partido, sino también en los
ajenos.
Porque el poder
o es total o no es poder y la democracia es una argucia para que todos los
dictadores, una vez lo sean en sus partidos, intenten serlo en los partidos de
los demás.
Pero como
admitir eso significaría que todos los dirigentes de chicha y nabo son tan
malos o tan buenos como Franco, dicen que en la democracia el poder es del
pueblo.
Esa es una
mentira tan gorda como la de que todos los hombres son iguales, porque no hay
dos hombres idénticos, ya que hasta el mismo hombre es diferente del que era un
segundo antes.
Así que esto
del noble servicio a la comunidad de los ciudadanos agrupados en idénticas
convicciones ideológicas, y estructurados en partidos políticos es una filfa,
un timo, un es menerter ver.
Igual que la
paz es la continuación de la guerra por otros medios, la política democrática
es una simple lucha por el poder blandiendo la mentira en vez de la espada.
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