“Si éramos
pocos, parió la abuela”, se decía en mis tiempos cuando alguien se quejaba de
que había salido de Guatemala para meterse en Guatepeor.
Pues la abuela
va a parir y en guatepeor nos vamos a meter si los socios putativos de
“Podemos” aceptan que la circunsncripcion pase de provincial a autonómica.
Ya eso de que a
los que viven en una provincia, aunque tengan profesiones, creencias, intereses
y gustos distintos, los represente un individuo del que solo conocen su nombre porque
aparece en la lista electoral es más raro que un pèrro verde.
¿Cómo se puede
fiar nadie de alguien al que solo conoce de nombre?
No es que si
eligiera al que conoce desde que nació lo vaya a conocer porque, hasta las
propias reacciones ante una situación imprevista suelen sorprendernos a nosotros
mismos.
Pero, si el PSOE y Ciudadanos, socios políticos
putativos de Podemos, aceptaran la reforma de la ley electoral que les propone,
los electos por el pueblo le deberán todavía más su cargo al que los designe y
todavía menos a los que los vote.
Aun así, habrá
algún ocupante de poltrona en el congreso de los diputados que, en una
inoportuna crisis de conciencia, se obnubile y dude si su voto se lo debe al
que lo votó o al que lo designó para que
lo eligieran.
No hay que
perder el sueño: se cambia la ley electoral las veces que haga falta para que
la circunscrpción sea nacional, después
de que dejara de ser provincial.
Y, si aun así
el diputado electo sigue dudando si debe fidelidad al elector o al jefe de
partido que lo designó, se amplia la circunscripción a la Comunidad Económica
Europea, antiguo mercado común.
Y así,
gradualmente, el diputado español a Cortes irá perdiendo la obligación de
servir al que lo elija, para deberle cada vez más el chollo al que lo designó,
y seguirá obedeciendo al que lo haya propuesto.
Y el tinglado
continuará siendo una democracia y no una dictadura porque en la primera hay
elecciones y partidos políticos y en las dictaduras no hay partidos políticos
ni elecciones.
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