Puede que sea
muy torpe o que haya tardado casi 73 años en descubrir que no soy español sino
que nací en Babia y, realmente, debo ser babiano y no español.
Porque, hasta
ahora, no había caído en la cuenta de que español puede que no lo sea, ya que
no me preocupa lo que preocupa a los
españoles que, según las encuestas que publican los periódicos de España, están que no viven en sí porque, a lo mejor,
tienen que volver a votar.
Puede que sea
que estos españoles de ahora sean extraterrestres con apariencia de aquellos
españoles que, hasta anteayer, eran desgraciados`porque un caprichoso no los
dejaba votar.
¿Es la
satisfacción personal del español directa o inversamente proporcional a la
frecuemncia con que pueda votar?
¿Es más
satisfactoria la vida del español que durante ella haya votado más veces, la
del que haya votado menos o hay un tope antes del cual uno es feliz y depués
del tope desgraciado?
¿Vivimos los
españoles para votar o votamos para vivir?
¿Es suficiente
votar para ser felices o hay que esperar un día, un mes, o un año para que el
votante se convenza si dejó de ser
desgraciado para ser feliz gracias a la votación?
¿Será
conveniente sustituir el hábito de mear en cuanto el español se despierte por
el de votar, para que el resto del día sea placentero y no desapacible?
¿Tiene cada
español un tope individual para votar que, como el de comer, marque la frontera entre la
desnutrición y el empacho?
Urge convocar a
la población para que se pronuncie sobre:
a) si votar es
bueno o malo.
En caso de que
consideren que es bueno votar, en una nueva elección deberían decidir:
b) si debe
votarse cada media hora, cada día, cada mes o cada año y,
c) si el hombre
vive para votar o vota para vivir.
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