En vísperas de
rebasar el kilómetro 73 de esta carretera que es la vida, tengo derecho (más
bien obligación), a admitir que soy viejo.
¿Y qué le
corresponde al viejo?: el consejo.
Cumplamos esa
obligación, pues.
Empecemos porque,
como a servidor, nos nacieron sin consultarnos y sin ni siquiera permitirnos
votar para que pudiéramos escoger dónde querríamos nacer.
Mi nacimiento en
España fue, pues, consecuencia de una decisión impuesta.
Si nacer español
no fué una consecuencia del ejercicio democrático del derecho a decidir, sino
una imposición dictatorial, me asiste el derecho a rebelarme contra ella.
Ilustres
filósfos españoles como los padres Victoria y Vitoria se insurgieron contra la
tiranía del déspota que impone su voluntad y el Padre Juan de Mariana, en “de rege et regis institutione” hasta llegó a
justificar la muerte del tirano.
Si nacer es
indispensable para vivir y fue consecuencia de una decisión que no nos consultaron,
¿por qué nos van a consultar decisiones derivadas de la que no se nos consultó?
¿Es más
importante que nacer que, una vez nacidos, nos gobiernen tiranos en potencia
como Rajoy, Sanchez, Iglesias o Rivera?
Y, cuando la
amenaza de tiranía de cualquiera de ellos se confirme, ¿que hacemos?
¿Lo culpamos por
ser tirano, o nos culpamos a nosotros mismos por haber permitido que nos
tiranizara?
¿Puede haber
mayor contradicción que culpar de mal gobernante al que gobierna porque lo
eligieron los que después se quejan de las consecuencias de una decisión a la
que nadie los obligó?
Es una contradicción
quejarse del que hayamos elegido, eximíéndose el que decidió de las
consecuencias de su personal decisión.
Sin embargo,
quejarse del que impuso su dictadura sobre los gobernados sin consultarlos
justifica la queja porque no lo auparon al poder sino que le fue impuesto
contra su voluntad.
Por eso y porque
la insurgencia contra el dictador estaría justificada y no lo estaría contra el
que llegó al poder porque lo auparon a gobernar los que después se quejen de lo
malamente que está gobernando, es más conveniente la dictadura que la
democracia.
La primera
justifica protestar por lo que el que gobierne haga y no le guste.
La democracia te
priva del derecho a protestar porque el ahora quejoso fue quien dio el poder al
que después lo ejerció en su nombre y con su respaldo.
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