Lo gratis no
tiene precio, que es tanto como decir que no vale nada.
Por ejemplo,
votar.
(He
omitido la democracia como algo que para
nada sirve porque a los que la padecemos nos está arruinando su costo).
Pero, ¿y esa
pantomima de las elecciones que sirven de tan poco que a los que se presentan a
ellas las tienen que repetir por su incapacidad para conciliar sus resultados?
Y hay algo
todavía peor: que no pagan los costos electorales los que tienen el capricho de
votar. Le cuesta lo mismo al que vota que al que no lo hace.
Injusticia
evidente.
Es como si a
servidor, que ha vivido ocho años sin probar el whisky en paises en los que era
la bebida nacional, lo hubieran obligarado a pagar parte del que se bebía media docena
diarias.
Y conste que
nada tengo en contra de la democracia, de sus elecciones, ni del scotch
whisky.
Eso sí: me parecen un capricho que debe pagar
el caprichoso, o su amante-a.
¿Y qué se puede
hacer para que partidos políticos y sus elecciones no le amarguen la vida a
nadie, sobre todo a los que declinamos la
oportunidad de afiliarnos y votar?
1-Que todo el
que quiera pueda fundar un partido político siempre que los gastos en que
incurra los paguen exclusivamente sus afiliados que estén al corriente en el pago de sus
cuotas.
2.-Que al
depositar la papeleta de voto, el elector añada el número de su cuenta para que
de ella se transfiera al partido que votó una contribución mínima de cinco
euros.
Si el que vote
paga y al que no vote no lo obligan a pagar, todos contentos.
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